¿Qué
puedo hacer para que la flor de la esperanza
eche
raices en el desierto?
¿Cómo
podrá esa flor alimentarse solamente
con
vuestras lágrimas salobres?
Para
un pueblo saqueado, al que le han arrebatado sus raíces
al
que le han dejado las manos vacias y los pies descalzos
sobre
la arena caliente, le queda el alma llena de verde
donde
podrá cultivar un jardín de esperanzas
aunque
sea en un desierto.
Desde
aquí, desde estas islas vecinas y solidarias
que
siempre hemos navegado en paralelo
queremos
encender siete faros
para
que todo el mundo sepa que con su luz
queremos
guiar de vuelta a nuestro vecino
a
recuperar su orilla frente a la nuestra
para
que cuando nos pregunten nuestra situación
poder
decir como siempre...
¡Aquí
estamos, frente a las costas del Sáhara!
.
¿Dónde
estás, pueblo vecino
que
ya no escucho el tam tam de tus tambores al amanecer el día?
¿Dónde
has ido que no puedo ver las jaimas y las hogueras
que
bordeaban tu orilla cercana a la mía
en
las noches cálidas y serenas de luna llena?
Ahora
en lugar de escuchar vuestros cantos alegres
y
las risas de los niños chapoteando en la playa
sólo
se escuchan arengas militares del pueblo invasor
que
no podemos aceptar ni reconocer
porque
pisan suelo ajeno, suelo que grita a voz en cuello
reclamando
la presencia de su pueblo.
¡Sáhara para los saharauis!
¡Invasor,
no profanes más su suelo!
¡Sáhara
Libre por siempre!
¡Devuélvele
ya su sueño!
Mª
Carmen Martín Mendoza
Hola Mari Carmen soy Helena, de la librería de mujeres me gusta mucho cómo escribes y este poema dedicado al pueblo saharahui es espectacular. Un abrazo y nos vemos pronto para recitar :)
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